Naturaleza

¿Por qué no comer los insectos de tu jardín?

Es posible que haya visto en su jardín insectos similares a los que se venden en JIMINI’S. Sin embargo, no recomendamos que se coman. Esta es una oportunidad para explicarle de dónde vienen nuestros insectos, la diferencia entre los insectos criados para el consumo humano o animal y los insectos tomados directamente de la naturaleza.

¿Insectos de granja o insectos recolectados?

Hoy se calcula que más de 2.000 millones de personas consumen regularmente insectos. Pero hay otras tantas formas de comer y criar insectos. En muchos países, los insectos se consumen de forma tradicional desde hace miles de años y las poblaciones locales no tienen que preocuparse por los métodos de cultivo particulares ni por la normativa sanitaria que protege a los consumidores. Así, los insectos se suelen criar en condiciones poco exigentes de higiene y trazabilidad, o se extraen del medio natural. Extraerlos del medio natural presenta muchos riesgos potenciales: contaminación con metales pesados, pesticidas y parásitos… No está nada bien.

En cambio, las granjas de insectos europeas están sometidas a una estricta normativa y son controladas periódicamente por las autoridades sanitarias, lo que obliga a las empresas a profesionalizarse y a innovar constantemente para mejorar sus métodos de producción manteniendo una calidad óptima. Esto implica controles regulares del hábitat y la alimentación de los insectos, el aislamiento del mundo exterior para evitar cualquier contaminación o parásitos, y un procesamiento perfectamente controlado, ¡un saber hacer que no está al alcance de todos!

En definitiva, habrás comprendido, es mejor abstenerse de comer insectos de tu jardín porque seguramente habrán estado expuestos a todo tipo de pesticidas, parásitos y otras contaminaciones que no querrías encontrar en tu plato.

¿Cuáles son las diferencias entre la cría de insectos para consumo humano o animal?

En realidad, ¡hay muchas diferencias! Los insectos que se pueden encontrar en las tiendas de animales no están destinados al consumo humano. Aunque a veces las especies pueden ser similares, es en su alimentación y procesamiento donde todo entra en juego. En efecto, los insectos criados para la alimentación animal no suelen recibir la misma alimentación ni someterse a los mismos tratamientos de conservación que los insectos comestibles, lo que los hace no aptos para el consumo. Por último, estos últimos se venden en su mayoría vivos, así que, a menos que seas un lagarto, no te recomendamos que recurras a esta opción.

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